Jaume Casals
Muchas de estas decisiones no adecuadas se basan en alternativas como las siguientes:
- Se compra una máquina (nueva o usada) porque se pretende obtener un mayor volumen de producción. No obstante, con las máquinas existentes no se está trabajando más que con uno o dos turnos.
- Se opta por la compra de una máquina (nueva o usada) que sea más rápida y económica de utilización (menor tiempo de puesta a punto, menor tiempo de tiraje, etc) pero, en cambio, se conservan todas las máquinas existentes que son menos productivas.
- Se compra una máquina y no se analiza suficientemente el futuro de los productos que se están imprimiendo y ni en cuáles de los que se producen se está obteniendo un mayor o menor margen.
- Se compra una máquina (nueva o usada) y no se hacen todas las pruebas convenientes de comportamiento sobre la fiabilidad de la producción y de los parámetros de productividad.
- Se decide la compra de una máquina pero no se hacen estudios económicos sobre el mejor formato a adoptar teniendo en cuenta, sobre todo, el producto a realizar y la progresiva reducción de los tirajes.
Por tanto, se debe considerar con mayor profundidad qué se compra, el momento oportuno de hacerlo, la verificación de la entrega y la organización de la actividad de producción de forma que se pueda realizar una amortización rápida del sistema.
Cada vez los mercados son más pequeños y más segmentados y el crecimiento del uso de las comunicaciones hace que los clientes conozcan más los detalles de la producción y de su costo, de manera que se tienen que buscar estrategias oportunas para poder conseguir mayor valor añadido en los servicios gráficos.
Sobre el aspecto de cuándo comprar, es importante tener en cuenta la amortización de los equipos ya existentes y las ventajas que puede comportar la mayor utilización (más horas de trabajo) de esas máquinas. No es fácil llegar a una conclusión clara en esos casos. En todo caso, se debería hacer lo imposible para pasar primero a los tres turnos y optimizar la producción actual.
Tampoco se puede olvidar toda la posible metodología para mejorar la reducción de los tiempos de puesta a punto de cada tiraje y, también, de los tiempos no efectivos, normalmente en exceso.
Otra cosa es el objetivo de tener unos costos más bajos en la producción frente a las oportunidades que aparecen con máquinas más capaces. Si ésta es la situación, es entonces imprescindible pensar en la sustitución de dos o más de las máquinas que actualmente se tienen por una nueva. En cualquier caso, se deberá plantear siempre el trabajo en tres turnos (o más) al menos con las máquinas de mayor capacidad productiva.
También es cierto que los clientes desean participar de las ventajas de la productividad y, por tanto, prefieren trabajar con aquellas empresas de servicios gráficos que demuestran tener máquinas modernas, rápidas, capaces de realizar entregas en plazos más cortos y con calidad fiable. Todo esto probablemente depende más de la estrategia y la política de trato con el cliente que tenga la empresa que, en realidad, de la lista de maquinaria que tenga.
En la intencionalidad de compra, conviene tener también un plan, al menos a medio plazo, para pensar en un sistema de producción que complete el ciclo de preimpresión, impresión y postimpresión, todo ello enlazado o coordinado por medios digitales, de manera que se vaya entonces tomando decisiones que acerquen a ese horizonte coherente. En otras palabras, no basta que la compra sea una consecuencia simple de precisar mayor capacidad de producción frente a los encargos que se reciban de los clientes.
Otra cosa es el planteamiento de si la máquina a comprar debe ser nueva o usada. Realmente, vale la pena considerar primero la compra de una máquina de segunda mano pero se debe ser muy exigente en cuanto a su estado y a su comportamiento en la producción. Cada vez se encuentran en el mercado de segunda mano máquinas de vida productiva anterior corta que vale la pena considerar. Pero, el proceso ha de pasar primero por la consideración de si se precisa simplemente volumen con un buen nivel de productividad o se necesita pasar a tecnologías nuevas para dar un paso adelante definitivo.
Si es el primer caso, todavía resultará más interesante la máquina de segunda mano, siempre y cuando se tomen también las precauciones de calcular la recuperación de la inversión como se haría con una máquina nueva. Es decir, se ha de partir de un tiempo de recuperación de la inversión más corto, de acuerdo con las posibilidades de duración de aquella máquina.
A veces se puede tener la sorprendente conclusión de que es preferible una máquina nueva, principalmetne si la diferencia de precio no es muy alta (observamos una reducción progresiva de esa diferencia en los últimos años).
En todo caso, conviene preguntarse algunos temas cuando se vaya a adquirir una máquina usada:
- ¿En qué forma se puede comprobar que la máquina está funcionando bien?
- ¿Sería posible tener un contacto con el dueño anterior y saber porqué la vendió?
- ¿Se puede contratar un servicio externo de consultoría para evaluar el comportamiento de la máquina antes de la adquisición?
- ¿Existen otros usuarios conocidos que dispongan de ese tipo y modelo de máquina y a los cuales poder preguntar?
- ¿Se pueden obtener manuales y especificaciones técnicas de esa máquina?
- ¿Se va a disponer de un buen período de garantía o de contrato de mantenimiento sobre esa máquina que apoye la fiabilidad de su compra?
- ¿Se podrán obtener recambios fácilmente?
A veces la gran diferencia entre una máquina nueva y una máquina usada es que en este último caso no existen unas mínimas garantías por parte del intermediario que la ofrece.
Una vez decidida la compra de uno u otro equipo, queda entonces la decisión de cuánto gastar y dónde comprar. Obviamente, lo lógico es dirigirse a empresas conocidas, con suficiente solera y a las que no les va a interesar cualquier fallo en la operación. Además, conviene que esa empresa sea capaz de ayudar en la toma de decisiones e incluso en la preparación de un estudio económico que justifique ese paso.
No se debe olvidar tampoco la fiabilidad en el plazo de entrega, en la instalación y en la ayuda y formación del personal durante los primeros días de utilización. También para estos aspectos puede resultar interesante tener contactos con otras empresas que hayan tenido experiencias con los suministradores que son más probables para ese equipo.
Aunque todas estas recomendaciones parecen evidentes, con mucha frecuencia se ve en la práctica que se actúa por intuición o por simple reacción frente a las necesidades de producción. Quizás esto era válido en otras épocas, pero es muy arriesgado en las actuales.
Y, siempre, la decisión de compra de nuevos medios de producción debe ir acompañada de un plan de marketing y un análisis suficiente de la evolución del mercado para asegurar que se recibirá el incremento de trabajos que se precisan para alcanzar el nivel necesario de actividad productiva que justifique la inversión y permita la recuperación (o el pago) del capital pagado.
Recapitulemos, pues, las fases y los aspectos a considerar en la toma de esta decisión:
- Análisis de las posibilidades de aumentar la capacidad con el equipo actual.
- Estudio de las posibles necesidades futuras del mercado.
- Ver si se trata puramente de un aumento de capacidad o de un aumento de productividad a través de la sustitución de equipos existentes.
- Evaluar económicamente el proyecto con las dos versiones de máquina nueva o máquina usada.
- Elegir cuidadosamente el canal de compra.
- Obtener las garantías necesarias en cualquier caso y las ayudas para la obtención de un buen nivel de productividad desde el primer momento.
Si esta decisión se toma adecuadamente, será una buena base para mejorar la competitividad si, además, se incluyen unos métodos de control y de progreso continuo en productividad a través de la recogida de datos de producción, de la consideración sobre caminos de mejora y de su implantación decidida.