Redacción Alabrent
Cinco claves y reflexiones en torno a la sostenibilidad a la hora de evaluar una impresora de gran formato:
Evitar los contaminantes
Los sistemas de entintado y de secado determinan la cantidad de emisiones. Por eso, al elegir el tipo de tinta, es recomendable evitar los sistemas basados en solventes. Esto hará innecesarios los sistemas de ventilación, así como las inversiones y costes adicionales que ello supone. El uso de tintas certificadas y de bajas emisiones, como Greenguard, limita las emisiones a umbrales definidos. Por otro lado, la variedad de aplicaciones es muy amplia, porque los productos de impresión también se pueden utilizar en entornos sensibles.
En el caso de la impresión UV, los sistemas con lámparas LED presentan más ventajas que las lámparas de vapor de mercurio. Estas últimas, debido a su composición, deben tratarse como residuos peligrosos. Además, su vida útil es más corta que la de las lámparas LED, por lo que generan unos mayores gastos de explotación.
Hacer un uso eficiente de la energía
Las impresoras de gran formato funcionan con electricidad. Por ello es importante que su consumo sea lo más eficiente posible. En este sentido es donde cobra importancia la norma ISO 20690:2018. Comparativamente, la eficiencia energética de los sistemas de curado térmico es más baja. Por el contrario, y siguiendo el ejemplo de la impresión UV, los sistemas LED funcionan muy bien porque su consumo de energía es bajo y apenas emiten calor. Con todo lo que ello supone pensando en la climatización de espacios y los materiales sensibles al calor. A ello debemos añadir el hecho de que, a diferencia de las lámparas de vapor de mercurio, las lámparas LED no se calientan por fases, y solamente se encienden para el secado.
Aparte de los automatismos, los equipos informáticos y las pantallas, las bombas de vacío consumen mucha electricidad. Son las encargadas de fijar los soportes en la impresión plana e híbrida, y su consumo es elevado cuando funcionan a máxima velocidad de manera constante. Los sistemas de vacío controlados por presión negativa reducen su número de revoluciones tan pronto como se acumula la presión negativa necesaria. De este modo, no solo se ahorra energía, sino que también se reduce la contaminación acústica.
Uso de máquinas duraderas
La fabricación de una máquina de impresión deja una huella ecológica por cuanto que se utilizan materiales y energía para su transporte y producción. Todo ello, con las correspondientes emisiones. Cuanto más tiempo esté en uso la máquina, más se relativiza este impacto. Y lo mismo ocurre con el coste de inversión.
Apostar por dispositivos de bajo mantenimiento
Las tareas de servicio técnico frecuentes y el desgaste de las piezas de repuesto también tienen un impacto en las emisiones de CO2. Una máquina fiable y de bajo mantenimiento reduce las emisiones puesto que minimiza los desplazamientos, el transporte y el consumo de recursos. El efecto colateral económico es que permite planificar y calcular los fallos y costes.
Solicitar subvenciones
Los ejemplos anteriores demuestran que una estrategia sostenible aumenta la rentabilidad. Además, muchos países están subvencionando soluciones más respetuosas con el medio ambiente. Alemania, por ejemplo, promueve sistemas de impresión de alta eficiencia energética a escala estatal. El proceso puede requerir algo de investigación y bucrocracia, pero cubre gran parte de los costes de inversión.
A la hora de comprar una nueva impresora de gran formato, es aconsejable priorizar la sostenibilidad desde múltiples ángulos. Por último, pero no por ello menos importante, la contribución activa a la protección del medio ambiente también es un factor de imagen que se puede vender.