Eugènia Álvarez
En los artículos que escribo me gusta hablar de nuevas acciones que veo imprescindibles de plantear en las empresas, aunque sé que algunas ya pueden tenerlo implementado.
Y es cuando oigo o leo vuestros comentarios cuando me doy cuenta que, desde siempre, la sensación de coste está presente frente a cualquier cambio.
Me he dado cuenta de que cualquier cambio, aunque tenga buen pronóstico y sea razonable, cuesta mucho y se ve como un coste que la mayor parte de veces acaba por no realizarse.
Así que hoy os hablaré del coste del cambio, y digo coste porque así es como se ve internamente cualquier proceso de cambio, y aún mas, cuando hay compras de por medio.
Hoy quiero darle la vuelta y hacer que veamos la inversión que hay en todo cambio.
Sabemos que el cambio es algo complejo: nos saca de nuestra zona de confort y eso hace que, sea lo que sea en lo que nos veamos implicados, se realice de forma seguramente mas lenta y menos segura, y muchas veces, con un poco de pereza incluida, sobretodo si no somos los promotores de este cambio.
Todos conocemos que esto es temporal, en breve formará parte de nuestras rutinas, y nuevamente nos sentiremos en nuestra zona de confort, y será entonces cuando saldrá todo el potencial de ese cambio.
Veámoslo de forma práctica: ¿cómo valoramos un cambio?
Lo primero que hemos de realizar es una lista de los costes reales del mismo.
Aquí anoto unos posibles costes teniendo en cuenta que algunos cambios no tienen que tener estos puntos; otros, pueden tener incluso mas:
- Compra de productos o servicios. Coste directo y real de dinero.
- Tiempo de aprendizaje de las personas involucradas.
- Retrasos en la producción: sea en el departamento que sea que este cambio esté programado, afectará al proceso de producción del mismo y probablemente al de otros departamentos.
- Cambio en el ambiente de trabajo: un cambio puede provocar susceptibilidades en los trabajadores, sobretodo si no está bien explicado o no se les ha involucrado, y eso contamina no sólo su ejecución sino también el ambiente de trabajo.
- …
En un cambio muchas veces no se tienen en cuenta los aspectos que no son directamente económicos como coste del mismo, y soy consciente que, al añadirlos, todavía quedan menos ganas de cambiar, pero ¿podemos valorar el coste de no hacer nada?
Antes de entrar en este terreno, del coste de no hacer nada, vamos a hablar de la inversión del cambio.
Cuando estamos pensando en estandarizar nuestros sistemas de impresión, o en implementar una paleta fija de colores: para usar dos ejemplos de los que he hablado en artículos anteriores, hay muchos puntos que hemos de incluir en aspectos positivos al realizar el cambio.
Vamos a numerarlos, tomando como ejemplo la estandarización de sistemas de impresión:
- Obtención de resultados equiparables entre los diferentes impresos, siempre teniendo en cuenta las tolerancias que puede haber entre sistemas.
- Posibilidad de imprimir un mismo trabajo en diferentes sistemas de impresión, según sea la necesidad: tirada, ocupación de máquina o productividad.
- Menos costes de planificación:
En la planificación de trabajos no hará falta mover trabajos asignados por poner otros trabajos en máquina debido a necesidades del resultado.
- Menos costes de cambio en máquina: debido a prisas, tiradas muy largas, o clientes preferentes, se han de parar trabajos en máquina o retrasar otros en la planificación porque un trabajo ha de entrar en una máquina concreta para obtener los resultados esperados.
- Reducción del tiempo de preparación de trabajos puesto que los procesos quedan bien definidos:
· Cuando el proceso es manual: el original siempre tratado de la misma forma y se selecciona el sistema de impresión en el momento de interpretación del archivo para la creación de planchas.
Este proceso estará configurado para trabajar con los ajustes necesarios para que el resultado sea el deseado.
· Si el proceso es automático: los originales también se prepararán de la misma forma, siempre estandarizada, y será el propio flujo de producción el que, sabiendo a qué destino va el trabajo, o para qué cliente, o la información relevante para ello, configurará y realizará los cambios para obtener también el resultado deseado.
El hecho de trabajar con originales de forma estándar permite repetir trabajos en otros sistemas de impresión sin tener que realizar preimpresión de los unitarios, pudiendo si es que se requiere, simplemente hacer el montaje.
- Satisfacción del cliente: los resultados de sus trabajos siempre salen bajo los mismos estándares, aunque las tiradas que requiera puedan ser mas o menos largas.
- …
Nos hemos dejado muchos puntos que tienen que ver con el ambiente de trabajo, la manera de trabajar sin cambios de última hora, lo que repercute en el estrés, la reducción de las prisas, etc.
Muchos de estos puntos no son tenidos en cuenta en el momento de valorar un cambio y esto es un error, puesto que no se ponen sobre la mesa todas las ventajas que implica un cambio.
El cambio es el motor de una empresa. Si no hay cambio no hay evolución y sin evolución llega un día en que el negocio se nos cae encima.
Venimos de una época que nos ha hecho reflexionar a todos, o debería. Y no hablo sólo de la pandemia, anteriormente tuvimos una gran crisis en la que la impresión se ha visto muy afectada: bajadas drásticas de precio, el cliente es quien determina el precio, compras por subastas, el entorno digital…
Las empresas que han hecho cambios, que han ido evolucionando y, permitirme esta metáfora: se han cambiado el traje cada invierno, aunque el anterior todavía sirviera, se han visto recompensadas con el crecimiento del negocio.
Aprovechar el traje de cada año, acaba volviéndonos empresas casposas, con parches que nos permiten funcionar, pero no de forma competitiva.
Conclusión
Evitar a toda costa el gran coste de no hacer nada: ¡Bienvenidos al cambio como inversión de futuro!