Pulso del sector a Manuel Gómez, responsable de Procograf

La capacidad de mejora es aún muy grande en la mayor parte de las empresas, lo que no deja de ser alentador.

Pulso del sector a Manuel Gómez, responsable de Procograf

PERFIL EMPRESA

Procograf es una empresa de consultoría, de ingeniería de procesos, en el más preciso sentido del término. Desde hace unos años venimos asistiendo a una proliferación de empresas o entidades que se dicen consultoras pero lo que realmente hacen es vender sus productos, los de sus empresas representadas o trapichear con subvenciones de acá y allá; es decir, su objetivo no es conseguir para el cliente lo mejor del mercado o ayudarle a rentabilizar sus inversiones sino convencerle de que lo mejor es lo que ellos venden, sean productos o actividades.

En su trabajo, Procograf combina un fuerte peso técnico en los sectores editorial, papelero y de la impresión con las últimas técnicas de la ingeniería aplicada, casos del lean management o del six sigma. Pero todo ello muy adaptado a la tipología y al tamaño del cliente, que va desde cinco hasta 250 empleados, debido a la larga experiencia de su personal en estas lides. Y con un respeto extraordinario por lo que han hecho los clientes en sus empresas.

SECTOR

¿Cuáles son los factores positivos que destacaría, actualmente, del sector?

Normalmente, el empresario gráfico es una persona que proviene del oficio, implicada, entusiasta, generosa en el esfuerzo y enamorada de lo que hace (quizá, de lo que hacía, ya que las cosas han cambiado demasiado). Esta implicación es uno de los activos más importantes de este tipo de empresas.

El propio oficio, desarrollado a lo largo de los siglos (no es una exageración), es otro de los factores positivos de las empresas gráficas; el día que se acabe el gusto por lo bien hecho y la sensibilidad para reconocer la diferencia entre una chapuza y un trabajo bien realizado, será el principio del fin. Cuando un posible cliente tenga una necesidad de expresar algo gráficamente y no encuentre el apoyo de una empresa que sepa interpretar sus necesidades y plasmar los resultados como necesita, se habrá acabado lo que nos hacía diferentes.

El empresario clásico está permanentemente interesado por novedades y posibilidades de cualquier tipo para desarrollar mejor su trabajo, demostrando una capacidad de arriesgar más allá de lo razonable; como consecuencia, son los primeros, muchas veces, en probar elementos tan nuevos como para que sus posibilidades sean una incógnita.

Nuestras instalaciones, en general, no tienen nada que envidiar a nadie, en el mundo; más bien todo lo contrario: estamos mejor preparados, en cuanto a instalaciones, que la mayoría de las empresas de otros países.

Y, por último, yo destacaría que ya se empieza a ver un cambio de mentalidad, en no pocos casos, en la búsqueda de una mayor eficiencia y eficacia en la forma de trabajar. Y no me refiero a normas y programas sino a la búsqueda de una organización capaz de competir en un mercado muy exigente. La capacidad de mejora es aún muy grande, en la mayor parte de las empresas, lo que no deja de ser alentador.

¿Cuáles son los principales problemas que debe afrontar?

Puede que el principal problema, del que surgen casi todos los demás, es que se ha mantenido algo parecido a una estructura y una forma de entender la actividad casi gremiales hasta muy acá. Mientras hace ya décadas que otras actividades industriales dejaron atrás la idea de que el maestro y sus oficiales eran quienes dirigían la empresa, en las llamadas Artes Gráficas aún quedan muchas reminiscencias de esta forma de hacer. Los criterios taylorianos han llegado tarde y mal, aparte de sus propias y grandes deficiencias.

El propio empresario es, muchas veces, el impresor. Y cuando no es así, se encuentra con que las inversiones que realiza no se rentabilizan porque sus oficiales no usan adecuadamente los medios; o, las más de las veces, ni los usan. Y se encuentra entre la presión de quién le vendió un equipo o programa, asegurando que era la solución a sus problemas, y quienes no lo usan, en su taller, porque afirman que no vale para nada.

Una de las consecuencias más notables, y de mayor influencia, es la falta de criterios claros de organización, de método, creando ineficiencias graves.

Y es que, las más de las veces, el propio empresario se empeña en ser el gestor de la forma de funcionar de la empresa, no reconociendo que esa tarea requiere de una formación y una experiencia tan amplia como la que más, y que no siempre tienen. Cuando el tamaño lo permite, ya se contrata gente preparada pero no siempre se les deja libertad para trabajar.

Y nos queda una cierta cultura empresarial que viene de los tiempos en que los beneficios eran grandes: lo bien hecho no puede serlo a cualquier coste sino al que el cliente quiere pagar. Y el mercado impone sus propias leyes, debiendo ser nosotros quienes nos adaptemos a ellas no al contrario.

En la actualidad, se han puesto de acuerdo todos los factores negativos posibles, que no comentaré, por manidos: endémico exceso de oferta, bajada de actividad y precios, falta de créditos, la competencia de terceros países, la competencia desleal de quien deja de pagar a todo el mundo y sigue adelante, en una carrera suicida que se lleva por delante los precios, la presión de las novedades tecnológicas…

Y todo eso nos ha llevado a una situación límite, porque necesitamos adaptar nuestra realidad a esta situación, si queremos sobrevivir, Se puede, desde luego, pero a un coste importante. Para el empresario, se acabaron los beneficios a los que estaba acostumbrado; y eso en el mejor de los casos; en el peor, se acabaron los beneficios, sencillamente.

¿Y el trabajador? Hablamos poco de este colectivo, salvo por los costes que representa. Pero debemos tener muy presente que estamos consiguiendo un entorno profesional en que nadie tendrá ganas de trabajar, más allá de aquellos a quienes les encanta “enredar” con un ordenador o mano de obra poco cualificada e implicada. Los salarios, bajos (y bajando). La presión, mucha. Las prisas, todas. Calidad, la máxima. Todo esto para un personal que, hace poco, tenía salarios altos, creatividad, capacidad de decisión, implicación en la empresa, reconocimiento… Esto es un peligro más grande de lo que reconocemos, es una bomba de relojería que no estamos queriendo ver.

Por fin, yo diría, como digo siempre, que hay una peligrosa disgregación de esfuerzos en organizaciones gremiales, técnicas, de investigación y de sabe Dios cuántas naturalezas más; todas ellas con el loable fin de ayudar a un sector tan necesitado de ayuda pero, para qué engañarnos, no creo que 20 Centros (al menos) de Innovación Tecnológica contribuyan a nada más que a dispersar unos recursos que deberían ser consumidos en un esfuerzo unitario. La ligazón entre estos CIT y las golosas subvenciones es peligrosa.

De la formación no hablaré, porque es un tema que ya aburre, pero sigue igual de pendiente que siempre. O más.

¿Qué tendencias y soluciones (tecnológicas, de mercado, etc) cree que marcarán el futuro del sector?

Por mi parte, si quisiera resumir en una sola palabra todo lo que pienso y siento acerca del futuro, diría, sencillamente, incertidumbre; no conozco más certidumbres, algo forzadas, que las de aquellas personas, proveedores o instituciones que se juegan su futuro concreto a una sola carta: convencer al sector de su “verdad”.

Pero, si he de decir algo, a corto plazo, me temo que la tendencia de reducción del mercado tradicional y los precios a la baja van a seguir siendo la nota destacada.

Pero eso no quiere decir que no habrá otros mercados, aún emergentes, que subirán. Y otros que, son seguridad, aparecerán.

Y todo ello de la mano de dos actores: una sociedad que va cambiando y la llegada, masiva, de herramientas tecnológicas para dar, al menos en teoría, solución a las nuevas demandas de esa sociedad.

Por poner un ejemplo de ese cambio de hábitos en nuestra sociedad, diré que, según datos del informe desarrollado para la federación de gremios de editores de España, “El total de lectores en soporte digital, representa un 85% en la población de entre 14 y 24 años; sin embargo, en la de más de 65 años hablamos de un 10%” Sin comentarios.

Y las nuevas herramientas, las llamadas nuevas tecnologías, abarcan casi desde un teléfono móvil a rotativas digitales de tres o cuatro millones de euros, pasando por la impresión nanográfica de Landa. Y todo ello con los fabricantes de maquinaria de Offset en la peor crisis que han conocido, intentando adaptarse a las necesidades de esos posibles mercados.

¿Qué saldrá de todo esto? No lo sé, pero supongo que las cosas evolucionarán como casi siempre, acomodándose cada uno de los elementos a las necesidades de aquellos empresarios con las ideas claras. Primero, definir la empresa; después, comprar la maquinaria para hacerla posible y rentable.
Ligar el futuro de una empresa a la compra de una máquina, sea la que sea puede ser peligroso.

EMPRESA

¿Cuáles son los objetivos de la empresa a medio plazo?

El más importante, consolidar una posición de reconocimiento, en todo el mercado nacional, de empresa que soluciona los problemas de organización o funcionamiento de compañías de los sectores gráfico, editorial o papelero, con el compromiso de una mejora concreta y medible de los resultados económicos. Y todo ello de una forma rigurosa y respetuosa pero cercana y casi, casi, cariñosa.
En otro orden de cosas, mantendremos aquellas actividades de investigación y aplicación de los resultados en los que llevamos ya inmersos más de diez años. Y lo seguiremos haciendo de la mano de instituciones del prestigio del INIA, en proyectos como el de RETIPAP, cuyos frutos en la impresión de papeles estucados han sido más que notables.

Por supuesto, seguiremos formando parte activa de organizaciones internacionales, como Fogra o CIP 4, como referencia necesaria.

Y todo ello, manteniendo la independencia de proveedores o de organizaciones que puedan tener intereses económicos en el sector, con lo que eso implica de renuncia a ingresos por ventas y subvenciones. Entendemos que debe ser así.

¿Qué valores (innovaciones tecnológicas, canales distribución y comercialización, de presencia en el mercado, filosofía de empresa, etc) aporta su empresa al mercado y al sector?

Me parecería un tanto pretencioso pensar que nosotros aportamos ningún valor al sector, pero puede que la filosofía de la empresa (respetar los “cimientos” antiguos y construir encima un edificio fuerte y moderno) pudiera ser exportable para quienes no saben por donde seguir.

Y nuestra idea de aplicar siempre aquella máxima de “lo mejor es enemigo de lo bueno”, especialmente en tiempos en que las presiones para que estemos permanentemente cambiando los elementos de producción son tan fuertes, podría ser algo a tener en cuenta cuando las amenazas ligadas al futuro parecen llevarnos a comprar lo último o morir.

Procograf, S.L.

APARTADOS: Empresas de servicios 28890 LOECHES, España Más información