Redacción Alabrent
“Estoy orgullosa del privilegio que significa trabajar para una empresa cuyos esfuerzos ecológicos se caracterizan tanto por su planteamiento a largo plazo como por su sentido de responsabilidad”, comenta Anna Mårtensson, Directora de Gestión Ambiental de Iggesund Mill, la fábrica sueca de Iggesund Paperboard. “Nuestro impacto ambiental es casi nulo, hoy en día, en comparación con las condiciones hace poco más de cincuenta años”.
Cuando Iggesund erigió su primera fábrica de pasta en 1916 no había legislación ambiental y las empresas eran virtualmente libres de descargar residuos y sustancias químicas en el aire y en el agua. Esto ocasionó un efecto negativo muy pronunciado sobre el medio ambiente durante sus primeros cincuenta años de operación. En 1963 se establecieron los primeros límites para las emisiones, el mismo año en el que, simbólicamente, la bióloga Rachel Carson publicara Silent Spring, su famoso libro sobre la influencia de los pesticidas en la naturaleza, libro que despertó conciencia y que puso los cimientos para el movimiento ecologista de nuestros días.
“A mediados de la década de 1960, las emisiones combinadas de sustancias químicas de procesamiento y de fibras de celulosa habían convertido el fondo marino alrededor de la fábrica en un desierto”, continúa Mårtensson. “El agua era hedionda y de un color parduzco. Las especies sensibles ubicadas a la cabeza de las cadenas de nutrientes de los ecosistemas marinos habían desaparecido del entorno de la fábrica”.
Desde la década de 1960 ha ido mejorando el efecto de la fábrica sobre el medio ambiente local bajo el impulso de exigencias económicas y ecológicas. En los procesos industriales de hoy en día se usa la madera, la materia prima, de forma más eficiente, con mejor uso de los recursos y reducción en la descarga de material orgánico. Regresar en nuestros día a los niveles de emisión de sustancias químicas de la década de 1950 sería inconcebible; en vez de ello, se recicla más del 99 % de la sustancias químicas derivadas del procesamiento industrial. Desde la década de 1970 las medidas de purificación de agua se han integrado en un proceso de tres etapas de purificación mecánica, biológica y química, casi idéntico al que se usa para producir agua potable.
“Los expertos afirman que la solución que tenemos en Iggesund Mill constituye la mejor tecnología disponible”, añade Mårtensson. “Sobre todo, ha reducido radicalmente nuestras emisiones de azufre y de fósforo, algo de particular importancia puesto que el agua que utilizamos se vierte al Mar Báltico, amenazado de eutrofización”.
Las emisiones a la atmósfera de la fábrica han seguido el mismo camino: las concentraciones de azufre acidificante y de nitrógeno eutrofizante se han reducido a tal nivel que resulta difícil documentar el impacto ambiental local que puedan tener.
“El pescado proveniente del agua que rodea la fábrica es perfectamente comestible”, afirma Mårtensson. “Aun con análisis químicos es imposible distinguir entre ese pescado y el que se pesca en áreas de referencia alejadas de zonas industriales. Nos complace enormemente ver el retorno de especies como el pigargo y los pinnípedos que habían desaparecido de las inmediaciones de la fábrica”.
“Las emisiones de azufre son un ejemplo de la evolución del trabajo ecológico sistemático. En 1988 Iggesund Mill emitía 1,98 kilos de azufre por tonelada de pasta producida. Hoy en día esas emisiones apenas sobrepasan un seis por ciento de esa cifra, con 0,13 kilos por tonelada. Los valores correspondientes al total de azufre emitido por año se ha reducido de 540 toneladas a unas 44 toneladas. Esto implica que el total de emisiones de azufre se ha reducido en un 92 % a pesar de un aumento del 25 % en la producción durante el mismo período.
En los últimos cinco años, Iggesund Paperboard ha invertido también 3400 millones de coronas suecas (o sea, 360 millones de euros o 225 millones de libras esterlinas) para eliminar casi totalmente el uso de combustible fósil en sus instalaciones en Suecia y en el Reino Unido mediante el uso de bioenergía como fuente de energía en sus fábricas de Iggesund y Workington.