Redacción Alabrent
En la actualidad nos encontramos ante un nuevo paso adelante para el sector: la transición de la tecnología analógica a la digital. Benny Landa dijo una vez que “si puede ser digital, lo será”, y no podía tener más razón cuando vemos los cambios que se están produciendo en muchas industrias diferentes. En el sector textil ocurre lo mismo: necesitamos innovar y anticiparnos a la demanda en un mundo que cambia constantemente.Si echamos la vista atrás y repasamos la historia de la impresión textil, veremos que los cambios en las formas de producción siempre se han recibido en un primer momento como algo que no se necesitaba. Era caro, complicado o innecesario. Fijémonos en los primeros años de la impresión por estampado con molde: todo el mundo estaba contento esta técnica hasta que se inventó el estampado mecánico en el siglo xvi. La primera estampadora con molde (moldes de cobre), que inventó el francés Perrot de Rouen en 1834, supuso otro gran paso adelante para la industria. De nuevo, fueron muchos quienes afirmaron que esa máquina no era necesaria, que era posible producirlo todo con las herramientas que ya existían. Las velocidades de producción superiores demostraron que el estampado mecánico había venido para quedarse. De nuevo, los aspectos económicos se impusieron y el sector siguió avanzando hacia el futuro.
Lo mismo sucedió con la serigrafía plana: cuando llegó la serigrafía rotativa, se calificó como una técnica complicada e innecesaria. Luego las ventajas se hicieron patentes: mayor velocidad de producción, buen registro de los colores y calidad constante en las tiradas grandes. Para los tirajes más largos, la serigrafía rotativa era la solución. La tecnología de grabado era demasiado cara para producir varios diseños en color o para cambiar el color, así que las rotativas eran el paso lógico. Los tramados rotativos aportaron otras ventajas importantes, ya que eran fáciles de cambiar y limpiar. Por desgracia, aun hoy en día, la serigrafía rotativa no siempre es la mejor solución para las necesidades de producción actuales.
Si bien en el pasado la velocidad de producción y el volumen eran los factores económicos más importantes para usar la serigrafía rotativa, la industria está cambiando. Los tirajes se están volviendo más cortos y variados; se manejan varios diseños en color en un mismo trabajo, estos son más complejos y, además, los plazos de entrega se están acortando. Con la serigrafía rotativa, se incurren en más gastos fijos, hay que producir más tramas y se generan más mermas. La demanda está cambiando, ya que los diseñadores quieren tener más opciones para los clientes o usuarios finales. En este contexto, la impresión digital está en vías de modificar la industria tal y como la conocíamos.
Las primeras impresoras textiles digitales se introdujeron en 1999, con una velocidad de 2 metros/h y unas densidades que distaban mucho de la calidad de las rotativas, así que llevó un tiempo que el sector se adaptara a la nueva tecnología. Sin embargo, los diseños por ordenador se volvían cada vez más complejos y el uso de más colores provocaba que las separaciones cromáticas fueran muy difíciles de conseguir con la serigrafía rotativa. Con el método tradicional, la carga de trabajo era enorme, mientras que la tecnología digital podía hacerlo todo a la vez y sin perder velocidad.
Las primeras impresoras textiles digitales funcionaban con tintas ácidas y de pigmentos, que se usaban sobre todo en los segmentos de la alta costura y los tejidos especiales.
La primera producción digital verdadera empezó con la invención de las tintas por sublimación para impresoras digitales. Eran fáciles de usar y limpias, no hacía falta lavado ni acabado. Este sistema es ideal, por ejemplo, para imprimir sobre prendas deportivas y otros tipos de ropa. Hoy en día, muchas marcas de ropa usan la sublimación, ya que los avances en los tejidos de poliéster han permitido que este tenga el aspecto y el tacto de la viscosa e incluso del algodón.
La tecnología de sublimación digital ha penetrado posteriormente en los segmentos de la impresión de banderas y la rotulación textil en general. Es una nueva manera de producir elementos publicitarios, si bien la tecnología no ha resuelto aspectos más complicados como las tintas reactivas o la dispersión energética elevada, ya que todavía no se dispone de los conocimientos necesarios en materia de tratamiento previo y posterior.
Por otro lado, en Italia, en el ámbito de la industria de la moda, este mismo tipo de impresoras digitales han comenzado a usarse con tintas ácidas para imprimir sobre seda. Pero en este caso concreto la velocidad de producción no es relevante, ya que no se necesitan tirajes largos. Por la calidad y la cantidad de combinaciones cromáticas, resulta un método de producción muy atractivo.
En la actualidad, la impresión de prensas de ropa por sublimación de la tinta ofrece máquinas con una velocidad de 100 m/hora que pueden imprimir directamente sobre el tejido o bien a través de un papel de transferencia. De hecho, hace poco un fabricante italiano ha sacado al mercado una máquina digital que puede imprimir bobinas textiles a más de 2.000 m/h con tintas reactivas. Son los primeros indicios de que la tecnología digital está sustituyendo a la serigrafía rotativa en segmentos de alta producción.
En la industria textil, se observa que los impresores están empezando a usar máquinas diferentes para producir diseños y patrones distintos a la vez, en lugar de optar por un solo tipo de impresora rápida. Usar muchas impresoras en vez de una en las mismas instalaciones es una tendencia que está desplazando a las soluciones de serigrafía por sublimación de la tinta en Turquía y en muchos otros mercados. Con la introducción de tintas por sublimación cada vez mejores y de tecnologías más fiables, rápidas y de mayor calidad, el cambio ya está en marcha.
El futuro dirá, pero en el horizonte ya hay tecnologías de cabezales de inyección de tinta que ofrecen velocidades de más de 10.000 m/ h, una capacidad que antes solo cabía en nuestra imaginación, pero que pronto será una realidad.
Así que, ante la pregunta de si la impresión digital puede sustituir a la tecnología analógica, solo hay una respuesta: sí. Sin ninguna duda.